Pudo ser perfecto.



 
Después de tener una rica sesión sexual, el clientecito con el que había retozado, me preguntó qué tan bueno había sido, me atreví a contestarle que tal vez era el segundo que mejor me lo había hecho (tal vez exageré un poco), tuve varios orgasmos, el ritmo y tiempo estuvieron súper bien, pues casi toda la hora estuvimos poniéndole sin que yo me secara y sin que él se viniera inesperadamente.

Comenzamos con besos muy ricos, caricias cachondas a más no poder; el recostado y yo en cuatro deslizando mis manos sobre su cuerpo, bajándolas hasta llegar a su miembro que ya estaba totalmente duro y listo para la acción, metí la mano a su bóxer para acariciarlo sin el estorbo de la tela y noté que no había vello; eso me prendió me encantan depilados,  ya lo quería saborear, él también quería hacer lo mismo con mis bubis, me quitó el sostén y se prendió de ellas, eso me puso a mil. La temperatura aumentaba en esa habitación.
Le quité el bóxer y mis sospechas eran verdad, estaba totalmente depilado, aquello iba a estar muy interesante, para él y para mí; mamada de antología sin pelos en la lengua, recorrido de reconocimiento por todo lo largo y ancho de su falo, para luego meterle hasta la garganta, movimientos de succión y lengüetazos en el glande, besitos para relajarlo y otra vez desde el inicio. Si hubiera sido yo, con esa chupada hubiese acabo en tres segundos sin miramientos, pero aguantó.
Me preguntó si podía hacerme oral a mí y ni tarde ni perezosa le dije que por supuesto que sí. Abrí las piernas y metió  su cara entre ellas. La cosa se seguía calentando demasiado. Yo me mordía los labios, me estrujaba las tetas, pellizcaba mis pezones, sabía lo que venía; y como ya se me hizo costumbre en estos acalorados casos, mis más excitantes fantasías hicieron su aparición y efecto… Estaba encharcada. Él lamía mi clítoris con la puntita de la lengua, recorría mis labios de arriba abajo. Mis gemidos no se hicieron esperar, su lengua cada vez llegaba más lejos, yo solo atinada a gemir y a decir lo rico que sentía, pero mis palabras se entrecortaban por los jadeos. Un orgasmo me invadió sorpresivamente, se separó de mí, se recostó y lo monté moví mis caderas de arriba a abajo, de un lado a otro, batiendo chocolate… Jajaja… Estaba humedísima, mi clítoris frotaba su pubis, así que el roce era riquísimo y no aguanté ¡Zas! otro orgasmo.
 
Otro cambio de posición, de perrito la cosa se puso más pasional, me tomó de las caderas, el mete y saca se oía muy mojado… Jaja… Las embestidas eras profundas, unas despacio y otras con mucho ahínco. El cambio de sensaciones era alucinante. Yo frotaba mi clítoris para sentir más placer. Lo volví a montar, veía su cara de gozo, eso me calentaba más, así que me apresuré a venirme una vez más, no iba a desaprovechar aquellas arre-metidas que me estaba dando y así montándolo y apretándolo, entre gemidos, jadeos y grititos terminamos casi al mismo tiempo. Yo estaba en otro mundo por el orgasmo que acababa de tener; abrí los ojos, lo vi, le sonreí, le di un besito, lo apreté un poquito más, quería exprimirlo totalmente y así sin palabras le agradecí ese gran y rico acostón.
Nos separamos y no me podía levantar… Jajaja… Las piernas me temblaban y me latía muy fuerte el corazón y la vagina. Fui a darme una ducha y a acomodarme el pelo y todo lo que quedo alborotado.
Platicamos mientras nos vestíamos, entre bromas y chascarrillos, dejamos entre ver lo bien que la pasamos, le comenté que hubiera sido el primero que mejor me lo ha hecho, pero como no había “amor” se quedaba con el segundo lugar… Jajaja…
Y como en todo bisne, todo es risa y diversión hasta que llega la cuenta, allí fue donde la puerca torció el rabo… Sus tarjetas no pasaron… Y decayó unos peldaños en la escala de los que mejor me han cogido. Me pidió un voto de confianza y me dijo que me haría una transferencia; obviamente no acepté, pues no confío ni en mi sombra y al final tuve que acompañarlo al cajero y pagar la comisión de éste, allí descendió aún más en mi escala de cogedera master. Estuve tentada a decirle que me pagara con otro palito, al fin lo hacía muy rico, pero mi ética profesional no me permite coger por amor al arte… Jajaja…
La verdad me quedé con la duda si habría tenido yo la responsabilidad de que sus tarjetas no pasaran; pero con el siguiente cliente los honorarios también eran con la misma forma de pago y todo paso como debió pasar. Llegué a mi casa y volví a revisar el lector de tarjetas, el Internet y la app con mis propias tarjetas y todo bien. Y hasta el momento no he vuelto a tener problemas con las transacciones.
El desempeño sexual de este clientecito fue memorable, pero pudo ser perfecto si hubiera habido “amor”, sí, soy una romántica… jajajajajaja… y pudo haberme conquistado si no me hubiera quedado con la impresión de que me quiso chamaquear. Por supuesto después de esto ya no cojo sin que me paguen antes, no sea que me lo hagan sabroso y se las perdone… Jajajaja…

Mil y un besos.

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