“Es muy simple tienes que obedecer tres reglas: La primera
no te enamores con quien trabajas o haces el amor. La segunda no creas en las
promesas y cobra por adelantado. La tercera No tomes drogas”
Y obviamente la protagonista las cumple al pie de la letra
hasta que se topa con su príncipe montado en un corcel blanco y se enamora.
Mientras tanto en la vida real, yo, sabiéndolas antes de comenzar a rentar ratos
de placer, en algún momento de esta aventura las pasé por alto. No. 1 Me
enamoré de personas nefastas con quien hice el amor o trabajé. No. 2 Creí en
falsa promesas y a veces no cobré por adelantado. No. 3 He consumido drogas por
curiosidad, pero al menos no me convertí en drogadicta ni nada por el estilo.
Lo que si tengo son otras adicciones menos dañinas, pero al fin y al cabo
adicciones como al café, la coca
cola, la comida chatarra, los zapatos y por supuesto al amor, preciso estar enamorada, aunque no me correspondan, si no la vida no me sabe. Soy
humana, sumamente humana y como tal cometo errores, si fuera perfecta no seria
de este mundo y la verdad es que estoy muy orgullosa de ser terrícola y tener
alma.
Al llegar a un puticlub me paso lo mismo que a María de Once
Minutos, una compañera con sobrada experiencia al verme toda asustada y
vulnerable me dio unos consejos, muy a su manera me dijo:
No te enamores, No le creas a ninguno de estos cabrones y
menos si ya saben que eres puta. Ve esto como trabajo, un trabajo en el que te
puedes divertir mucho, aburrirte mucho y arriesgarte mucho, porque si no lo ves
así acabaras sufriéndolo, amargada, odiando
y culpando a todo mundo de tu “desgracia”. Si hay algún mal rato con un
cliente, es trabajo y como en cualquier trabajo habrá esos momentos. Sus
palabras aún no se me olvida, su nombre sí… Tengo problemas con los nombres…
Al menos su último consejo sí debía seguirlo, ver la puti
profesión como chamba, porque si lo veía del lado de la diversión, el placer y
de que me gusta iba a acabar dándolas de a gratis y muriendo de hambre, pues
hay muchos clientes que se la rifan en esto de las artes de amatorias, además
de guapotes, buenotes, inteligentes, interesantes, etc., etc., ya no digo más porque
me acuerdo y me enamoro.
Al adentrarme en este
cuento en el que estoy viviendo ahora, me fui topando con sapitos que querían
que los besara, a algunos les di los besos y las nalgas, tenia la leve esperanza
de que se convirtieran en príncipes y supieran apreciar mi culito, pero ni maíz
paloma, en la mayoría de los casos resultaron más inmaduros y prostitutos que
yo y mi culo para ellos valía madres. Y los sapitos se quedaron siendo sapos de
agua puerca y yo fui la desencantada: de princesa pase a ser bruja. Con la cabeza más fría y otras partes de mi anatomía,
decidí que no más, ya había sido suficiente que me vieran la cara, si bien es
cierto que me enamoré porque fueron lindos y me la pase bien con ellos, a la
larga me fui dando cuenta que no merecía malos tratos porque yo también me
porte bien con ellos. Sí, soy prostituta, y mis razones tengo para dedicarme a
esto, pero también soy ser humano, una mujer que siente que tiene corazón y que
puede amar y sabe perfectamente que el amor no es aprovecharse de otros. Soy
puta pero no pendeja. Y conforme avanzo
me doy cuenta que mientras este en este negocio las cosas así van a ser. Llevar una relación con estas circunstancias donde la chica comparte más
que sonrisas con otros hombres en su trabajo, es muy difícil de llevar, se
necesita mucha madurez de amabas partes y en la mayor parte de los casos de
éxito es porque el interés tiene pies. Como una colega dijo por ahí, una
aprende a no dejar todo por nadie.
Se acabaron las fantasías rosas, las telenovelas, las
comedias románticas ahora leo libros y veo pelis de terror, suspenso y acción
ya nada de amor. Por ahora estaré dedicada a mi. Voy a ponerle un poquito de orden
a mi desorganizada vida. Voy a tratar de olvidar a alguien con quien nunca
tendré nada más que acostones de ocasión, eso sí, muy ricos, pero me salté las
reglas otra vez y por enésima ocasión estoy sufriendo las consecuencias, ahora estoy convencida de que quien se me
acerca con intenciones amorosas y sabe a lo que me dedico hará su lucha para
sacar de a gratis lo que vendo, ¿creen que soy fácil? Sí, demasiado, tan fácil
como pagar lo que cobro por tenerme muy caliente y dispuesta en la cama y tan
difícil como no tener el dinero y no tenerme. Por el momento no quiero ser
tratada como objeto sexual sin paga, por quien se supone siente algo por mí.
Algún día dejare de ser sexoservidora y espero encontrar a alguien que valga
la pena . No cierro las puertas al amor, porque como dijo mi abuela siempre hay
un roto para un descocido, pero por el momento ando muy descocida y tengo que remendarme... jajaja... La burra no
era arisca la hicieron…
Mil y un besos.