Soy escort

 
Mi nombre “artístico” es Samanta Mar soy un chica normal con una profesión no tan normal. Me dedico al sexo servicio o al escort service (para que se lea bonito). Me anuncio en Internet, no estoy en las calles, soy acompañante de alto standing y solo me pueden contactar por WhatsApp. Dedicarme a la prostitución VIP no me define como persona pero abarca gran parte de mi vida y a veces la condiciona un poco, me ha dado muchas satisfacciones y grandes decepciones, me ha abierto y cerrado puertas.

Pero bueno, ahora contaré un poco sobre mí y mi singular trabajo. Nací y crecí en provincia pero ahora vivo y trabajo en la Ciudad de México, a veces extraño mi tierra, pero me encanta la locura de la gran ciudad. Soy una chica atrevida, creativa, apasionada, alocada, aventurera, risueña y algo desordenada. Me gustan las películas clásicas, ver series de Netflix, la música chill out y estoy totalmente traumada con Juego de Tronos.
Se cocinar, estudié gastronomía; me encanta hacer pasteles, decorarlos con diseños complicados, tomarles fotografías, contemplarlos y no comerlos, son mis pequeñas obras de arte. También se hacer Declaraciones Fiscales y Estados Financieros, estudié contabilidad y no me gustaba para nada ser Godín, así que obviamente lo dejé cuando descubrí el potencial que tenían mis nalgas. Me encanta leer, en este momento Choque de Reyes y Moby Dick ocupan el lado izquierdo de mi cama; y bueno, también algunos libros sobre salud, que no deben faltar en el acervo de una hipocondriaca.
Sí, lo confieso, tengo algunos “detalles” mentales como la hipocondría que eleva mi estrés a las nubes, la ansiedad que hace que me coma las uñas y TOC por el cual a veces llego tarde a las citas; pues tengo que revisar varias veces que no se escape el gas o estén bien cerradas las puertas. Pero soy una loquita funcional, sin estas pequeñas cosas Samantha sería una aburrida escort que solo le gusta coger…jajaja… Pocas cosas me hacen enojar, pero el victimismo y el maltrato animal hacen que salga el Hulk que llevo dentro. No me gusta Italianis, los hombres peludos, el chamoy, los condones Trojan y el agua mineral con pepino. No se bailar, ni andar en bicicleta. Le tengo miedo a los puentes, a los fantasmas y extraterrestres. Sufro de insomnio y escribo en las madrugadas comiendo gomitas enchiladas.

Bueno ahora que me leo no soy tan normal; tal vez por eso mi profesión no es “normal”. Pero ¿Por qué me dedico al sexo servicio y como llegué hasta aquí? Pues me aburro fácilmente y hace un tiempo tratando de encontrar cosas interesantes, novedosas y sexosas en Internet encontré una página de chicas escort, haciendo zapping web una cosa llevo a la otra y heme aquí escribiendo mis experiencias como acompañante, vendiendo caricias y ratos de placer a hombres, mujeres y parejas que al igual que yo, quieren salir de la rutina y disfrutar al máximo sin complicaciones.

Y hay dos poderosas razones más:
 1. La paga es buena. El nivel de vida que llevo no lo tendría siendo Godín o repostera.
2. Me gusta. Sí, aunque muchos no lo crean. Me pagan por tener sexo y la mayoría de las veces lo disfruto; además muchos de mis clientes son muy interesantes. Una se lleva sorpresas muy gratas trabajando como escort.

¿Y cómo es mi vida siendo “cortesana”? Obvio no es como ser doctor o ingeniero, pero como en cualquier trabajo se debe tener habilidades, hay estrés, responsabilidades, contratiempos pero siempre habrá reconocimiento. Los clientes satisfechos son generosos y agradecidos.
En este ambiente se aprenden muchas cosas, pero la prudencia y  la discreción son las mejores enseñanzas. En mis inicios creía que la gente estaba avanzada, informada y eran open mind y ¡Oh craso error! Mi vida en ese tiempo fue un revoltillo al contar a personas equivocadas lo que hacía para vivir y la normalidad con que lo hacía no me salvo de lidiar con el morbo, la ignorancia, la exclusión, el chantaje y la doble moral. Así que ahora prefiero tener una doble vida, no mezclar cosas de mi trabajo y tener privacidad.

Para ser escort hay que perder el asco, el miedo y la vergüenza; yo los perdí antes de ser sexo servidora, la necesidad de supervivencia es poderosa o mejor dicho el hambre es canija. Y si ya andaba dando la nalgas de a gratis por ahí, pues porque no mejor obtener ganancias de ellas. Mi existencia no ha sido miel sobre hojuelas, pero no tengo la clásica historia apasionante de la niña rica que decide ser escort porque es rebelde y ninfómana, ni tampoco la tragedia de un mujercita víctima engañada. No, simplemente la prostitución fue una salida rápida a mis problemas económicos.

No fue fácil tomar la decisión pero al irme deshaciendo de prejuicios y culpas lo hice y resulto bien para mí, ahora ya estando dentro lo difícil es dejarlo. No voy hacer una apología del sexo servicio, pero si no fuera por ello no hubiese conocido al amor de mi vida o a mi mejor amiga, no hubiese viajado, estudiado, aprendido cosas que no te enseñan en la escuela y vivido tan a gusto como ahora. No sé cuándo me retiraré (ya lo hice una vez y volví), pero cuando lo haga definitivamente recordaré toda esta aventura como la más excitante de mi vida… Y por supuesto, no se lo contaré a mis nietos… jajaja…

Mil y un besos.

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